Matrix, la película de ciencia ficción de culto

Hace casi 23 años se estrenó la primera obra de la famosa trilogía Wachowski (Lana y Lilly), MATRIX.

Ya se ha escrito casi todo sobre esta película mundial, y sin repetirnos ni perdernos en una azarosa reinterpretación, intentaremos más bien analizar de qué manera esta obra seminal anuncia el siglo XXI que se vislumbraba en el horizonte en el verano de 1999.

Hoy, en «Todo Acción«, analizamos este gran clásico de la ciencia ficción protagonizado por el incombustible Keanu Reeves.

Una revolución visual

Antes de todas las preocupaciones filosóficas o incluso metafísicas de la película, es en primer lugar la revolución visual de la que participa MATRIX la que marca las mentes.

Siguiendo el ejemplo de las otras dos grandes sagas que inauguraron la década, Star Wars Episodio 1: La Amenaza Fantasma en 1999 y El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo en 2001, la producción recurrió a los efectos digitales sintéticos, los famosos CGI (Computer-Generated Imagery).

Fueron experimentos industriales y artísticos visionarios que establecieron los estándares estéticos de la superproducción de Hollywood contemporánea.

Con el efecto bullet time, los Wachowski ofrecen un truco plástico que populariza y canoniza inmediatamente la saga.

La película es una auténtica bofetada visual que se imprime en la retina de toda una generación y, como suele ocurrir con las obras pioneras, no ha envejecido nada.

Neo parando balas Matrix

La transición de un mundo a otro, de la realidad a la ilusión, de lo físico a lo digital, es precisamente de lo que trata la película, y simbólicamente lo que está ocurriendo al mismo tiempo en la industria de Hollywood.

Este flujo de secuencias verticales compuestas por caracteres verdosos en la pantalla del ordenador no es más que una traducción gráfica de lo que es realmente la imagen digital. La transcripción de la realidad a través de una imagen sintetizada por una masa de píxeles.

Píldora roja o píldora azul, un nido de conspiración

Pero lo que fascinará al público de la época es, por supuesto, su escenario parabólico. El futuro distópico descrito por los Wachowski encuentra una increíble resonancia a finales del siglo XX, marcado por el liberalismo triunfante y la llegada de la Web.

Píldora roja y azul Matrix

Thomas Anderson, un hacker más conocido bajo el seudónimo de Neo, descubre que el mundo en el que vive es una simulación informática creada por las máquinas para mantener a los humanos bajo su control.

MATRIX puede leerse como una actualización de la alegoría de la caverna de Platón. En este sentido, la película prefigura una lectura del mundo a través del prisma de la conspiración que no hará sino ganar en popularidad en los próximos años.

En su artículo publicado en Le Monde, Damien Leloup y William Audureau analizan la influencia de la película en los círculos conspirativos.

«La historia de Neo ofrece entonces una metáfora particularmente adecuada para todas las tesis que afirman que la realidad está oculta, y sólo será revelada a los «elegidos» que tomen la decisión de enfrentarse a la verdad».

Píldora roja versus píldora azul, esta visión binaria y simplificada del mundo se está convirtiendo poco a poco en parte del imaginario popular.

Estamos a dos años de los atentados del World Trade Center, el acontecimiento fundacional de este nuevo siglo, que al mismo tiempo se convierte en la teoría matriz de la conspiración contemporánea.

Junto con las pirámides de Giza, los illuminati y los reptilianos, es en torno al 11 de septiembre cuando cristaliza la retórica conspirativa.

Paradójicamente, esta búsqueda para desvelar el mundo está envuelta en una mística casi religiosa.

Este retorno a las historias bíblicas y a otras narraciones mitológicas puede encontrarse en los círculos conspirativos que coquetean frecuentemente con el esoterismo y las religiones de la nueva era.

El advenimiento de las doctrinas materialistas (capitalismo y socialismo) aparta por un tiempo las preocupaciones espirituales, creando un vacío legítimo en las aspiraciones humanas.

Las teorías de la conspiración seducen por el potencial espiritual que encierran, son las nuevas religiones del siglo XXI.

Incluso podríamos ir más allá, y si vemos un fuerte retorno de la religión en la actualidad, sería interesante analizar cómo Daesh ha utilizado estos códigos conspirativos para construir su discurso de adoctrinamiento.

Además, es a través de las redes de Internet como se ha desplegado su sistema de reclutamiento, llegando incluso a reapropiarse de la figura del hacker en la lucha contra el imperialismo occidental.

Universo holográfico y simulación informática

Las obras maestras tienen esa increíble capacidad de anticipar, de intuir, un cierto número de fenómenos en ciernes.

Los ejemplos no faltan: Orwell y su célebre 1984, Fritz Lang con Metrópolis, y podríamos citar toda la plétora de la obra de Philip K Dick, que ha inspirado el cine de ciencia ficción durante casi 60 años.

MATRIX inaugura este nuevo siglo con temas y motivos que animarán las décadas venideras. En 1999, la Web se democratizó y entró poco a poco en los hogares de todo el mundo.

Matrix es una metáfora, una proyección ficticia de lo que podría ocurrir con esta revolución tecnológica.

Letras verdes Matrix

Internet se convierte en un espacio virtual en el que millones de personas se conectan y configuran juntas una realidad alternativa, un reflejo digital del mundo real. El lugar de la red en nuestras vidas es ahora diez veces mayor.

La importancia de nuestra vida digital es igual a la de nuestra vida real y ambas se entrelazan hasta el punto de fusionarse en ocasiones.

Llevamos años esforzándonos por desmaterializar el mundo físico que nos rodea, desde nuestras fotos, vídeos y música hasta nuestras interacciones sociales. Sin darnos cuenta, nos descargamos, pieza a pieza, en este espacio virtual que seguimos moldeando.

La llegada de las tecnologías de realidad virtual y realidad aumentada (RV y RA) introduce nuevas cuestiones en lo que consideramos realidad objetiva.

A través de experiencias sensoriales cada vez más inmersivas, sobre todo a través de los videojuegos, ahora es posible vislumbrar la pesadilla tecnológica descrita por los Wachowski.

La teoría del universo holográfico, que apareció por primera vez en los años 90, está ganando popularidad en los círculos científicos.

Se trata de una hipótesis según la cual nuestro universo tridimensional es en realidad una proyección holográfica de un universo plano bidimensional.

En pocas palabras, este universo plano puede compararse con una película proyectada en una pantalla de televisión que crea la ilusión de profundidad.

No hay datos que apoyen esta hipótesis, pero las perspectivas que abre son vertiginosas. Otros científicos llegan a proponer la idea de que podríamos vivir en una enorme simulación informática.

La idea cuenta incluso con el apoyo del empresario e ingeniero Elon Musk (fundador, entre otros, de SpaceX y jefe de Tesla), que también es una figura destacada del movimiento transhumanista.

Los avances tecnológicos en los videojuegos y otras simulaciones inmersivas han hecho totalmente plausible esta nueva comprensión del mundo.

Al igual que en la película, lo que fascina de estas teorías del universo artificial no es tanto su posible veracidad como las cuestiones existenciales que plantean.

El humano frente al algoritmo


MATRIX expresa una clara ansiedad por las tecnologías que surgen en este contexto neoliberal conquistador. Las cuestiones éticas y las proyecciones distópicas han florecido desde que las máquinas entraron en la fábrica.

El punto fuerte de la película es que vuelve a poner al ser humano frente al vértigo de la inteligencia artificial. Ese doble digital que es el algoritmo, encarnado por el personaje de pesadilla del agente Smith.

Aterra por su capacidad de infiltrarse, hasta el punto de desbordarse, en una presencia omnisciente, casi divina.

Pelea Neo y Smith Matrix

Si observamos nuestra vida cotidiana, podemos ver esta progresiva infiltración de la inteligencia artificial. Los algoritmos están en todas partes, escaneando, cosechando y analizando nuestros hábitos para guiar nuestras elecciones.

No hace falta imaginar distopías para encontrar estados policiales que se apoyan en las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial para establecer su inflexible autoridad. Basta con mirar a China para ver la eficacia del reconocimiento facial y el registro de la población.

Al final de su vida, Stephen Hawking expresó grandes reservas sobre el uso de la inteligencia artificial.

Según él, su desarrollo podría llevar a la desaparición de la humanidad, que no podría competir con la capacidad evolutiva exponencial de las máquinas.

La rabia contra el sistema

El futuro representado por los Wachowski está controlado por máquinas, siendo la máquina el otro nombre que recibe el sistema.

En otras palabras, la humanidad se ve superada por su propia creación, el liberalismo, atrapada en la carrera infernal del crecimiento desenfrenado.

Esta idea se materializa en la iconografía postapocalíptica que se establece en la película. La industrialización ha cubierto toda la superficie de la tierra, devorando hasta el último espacio orgánico.

El mundo es ahora un gigantesco vertedero, obstruido por la presencia tentacular de las máquinas.

También en este caso, la película anticipa los problemas medioambientales que actualmente impulsan nuestros debates sociales.

También destaca la angustia de la estandarización de los individuos y su servidumbre en un estado de somnolencia más o menos confortable.

Ante el despertar de la conciencia, el sistema consigue, gracias a la normalización, regularse.

El agente Smith, acompañado de su horda de clones de cuello blanco, se convierte en la encarnación de la implacable persecución de las aspiraciones humanas por parte del sistema.

Agente Smith Matrix

Los Wachowski establecen rápidamente un juego entre dos espacios distintos, la realidad y la ficción. Matrix es un espacio modificable a voluntad, maleable, y se convierte así en una metáfora del espacio cinematográfico.

En principio, es el sistema el que controla Matrix y, por tanto, el espacio cinematográfico (de ahí la inmanencia del agente Smith), y es mediante el control del espacio de la película como mantiene a la humanidad en este estado hipnótico.

Neo toma gradualmente el control de Matrix controlando a su vez el espacio cinematográfico. A través de la edición, entramos en una habitación para encontrarnos en un nuevo paisaje.

Distorsión del tiempo, cámara lenta y tiempo bala para revertir una situación. Hasta el punto de cambiar las leyes de la física al volar por el aire. Despertar significa tomar conciencia de las imágenes, tomar conciencia de las leyes que rigen la Matriz.

Neo y Trinity Matrix

La película nos invita a indagar en el funcionamiento del sistema, a bucear en su código fuente, a comprender la ilusión para dominarla a su vez.

Fue a finales de la década de los 90 cuando apareció la noción de altermundismo, que se desarrolló y despegó en la década del 2000. Se opone al neoliberalismo económico e intenta inculcar otro movimiento globalista ético, social y sostenible.

En casi todos los casos, la ciencia ficción se utiliza para enmascarar un discurso político en una película de género orientada a la explotación de masas. Detrás de su apariencia de superproducción de Hollywood, MATRIX es una increíble carga subversiva.

Es un verdadero manifiesto altermundista construido como una epopeya 2.0 que nos invita a hackear el sistema desde dentro.

¿Qué ha pasado 23 años después? ¿Hemos aprendido del sistema? ¿Estamos en camino de regularlo o nos abruman las prisas?

Esperemos que os haya gustado esta entrada. Animaos a echad un vistazo a nuestro último post.